El Templo de Artemisa,
considerado una de las 7 maravillas del Mundo Antiguo y construido en el 550 a.C,
fue lugar de culto de la diosa griega de
la fertilidad, la caza y la guerra. Los datos históricos confirman que fue un punto geográfico de adoración a la
deidad femenina, mucho antes de su construcción, en ese mismo lugar, se veneraba
a la diosa madre desde tiempos inmemorables.
El templo fue destruido
en un incendio y Éfeso pasó cientos de años sin él, pero el culto a la
divinidad de la mujer seguía siendo tan grande, que pese a los inclementes esfuerzos por extirparlo, fue imposible y hacia el s. XIII se difundió
el rumor de que la Virgen María había pasado sus últimos años en la ciudad. Así
pues, los cristianos intercambiaron el culto de la diosa por una nueva deidad femenina, pero ya no era la de la fertilidad y la guerra, ahora, era la representación ideal de la
mujer cristiana: virginidad y obediencia. ¡Nos cambiaron la caza por la casa!
Cuando llegué a aquel
lugar fue inevitable sentir una profunda nostalgia ¡A nuestros días llegó solo una columna! Y esa columna se erige representado nuestro
aplastamiento y la remisión de nuestras ascendientes al espacio doméstico, a
los recintos privados y a la vida pasiva. Una sola columna que brilla como
símbolo de la caída de la diosa y el advenimiento de la religión monoteísta y
patriarcal. Y no pude dejar de pensar: ¿Cuándo Dios se volvió hombre? ¿Cuándo
dejamos de luchar?
Imagen de Berta Artigal |
El día de hoy quiero
reflexionar brevemente sobre el legado de algunas mujeres y compartirles algunas imágenes, entrevistas, música, cartas y vídeos que podrían servirles como a mí, de inspiración:
En el siglo XIX
Virginia Woolf se lamentaba “Son pocas las mujeres graduadas de las universidades…”
y defendía nuestro derecho a trabajar por nuestro propio dinero y a viajar, animaba
a las mujeres a salir de sus casas, a tener un cuarto propio, a tener aventuras
para tener otros temas para conversar y sobre todo para escribir, más allá de
sus clausuras domésticas. Miles de años atrás, la mitología griega nos
recordaba a Las Amazonas, escondidas en el mismo templo de Artemisa
huyendo de Hércules, mujeres guerreras, nómadas, que vivían vidas plenas y
libres. Pero para el tiempo de Woolf, éste tipo de mujeres eran solo eso, un mito ¿Qué pasó?
Woolf puso de
manifiesto nuestra necesidad de independencia y erudición.
En la famosa "Entrevista" a Hanna Arendt, la primera pregunta de su interlocutor fue cómo se sentía al
desarrollar una profesión masculina. Sí, hace unas cuantas décadas ser filósofo
era cuestión de hombres. Antes de abordar cualquier tema trascendental, filosófico, teórico o político Hanna rió y explico
amablemente a su interlocutor, que ni le importaba, ni era filósofa.
Arendt nos invitó a ser
ilustradas e irreverentes.
En el año
1903 Emmeline Pankhurst, recientemente interpretada en Suffragette por la magnífica Meryl Streep, fundó un movimiento político homónimo que luchaba por la reivindicación
del derecho al voto de las mujeres. Costó sangre y lucha lograr que se nos
reconociera este derecho civil básico, aunque ya desde el 1789 se gritara por
toda Europa “Liberté, égalité, fraternité”, para los hombres, claro está.
Pankhurst cacheteó una adormecida
sociedad británica y la presionó hasta obtener un derecho político necesario
para el desarrollo de una verdadera democracia.
La Viena de 1900 fue
sacudida por Alma Mahler, una mujer que destacaba por su belleza, elocuencia e
inteligencia y cuyo paso por la historia estuvo marcado por sus amoríos, entre otros, con
Klimt, Burckhard y Zemlinsky y
sus matrimonios con Mahler, Gropius y Werfel. Fue musa que generó gran inspiración en diferentes artes pero en mi concepto debemos estarle eternamente agradecidos por inflamar el corazón de su esposo y legarnos a la humanidad una obra como la Quinta Sinfonía de Mahler y su Adagietto. Y aunque en
nuestros días aún genera escándalo, Alma reivindicó el derecho femenino a tener
una vida amorosa plena y apasionante saltando el sagrado mandamiento de la pureza
y de la inocencia y menospreciando el señalamiento social del que fue víctima.
Alma no tuvo una vida amorosa mucho más fértil o intensa que la de cualquier
hombre de su época.
Alma reivindicó nuestro derecho a "acostarnos" con quien nos de la gana y a amar o no, siendo fieles a nuestros sentimientos.
Solo hasta 1964 Kathrine Switzer se atrevió desafiar a los organizadores de la Maratón de Boston y se coló al obtener un número usando sólo sus iniciales en la inscripción. Corrió sin parar a pesar de que fue insultada en repetidas ocasiones y el mismo organizador de evento la agredió físicamente.
Switzer demostró "científicamente" que el útero no se cae, y que no nacen vellos faciales por correr.
Woolf, Arendt, Pankhurst, Schindler y Switzer, son representantes de la lucha por la igualdad en la educación, en la
representación civil y en la libertad social. Podríamos pensar que traerlas hoy
al discurso es anacrónico y repetitivo, pero estamos tan inmersas en desigualdades
especialmente de orden social, moral y económico y en tantos estereotipos que es imposible
pasar este día por alto, sin recordarnos a nosotras mismas que:
- Hoy una mujer no es líder, si no que es "mandona".
- Ni en Alemania las mujeres tienen los mismos salarios que los hombres.
- Solo un 13% de los cargos directivos en Europa son ocupados por mujeres.
- Las principales religiones del mundo siguen sin aceptar liderazgos femeninos, alegando aún razones de impureza o inferioridad mental, espiritual y/o emocional.
- Los micromachismos ocupan la vida cotidiana y nosotras mismas los pasamos desapercibidos.
- Aún hoy existen en el mundo la ablación, el matrimonio infantil, y la inexistencia civil de la mujer.
- Hace 2 semanas mataron a 2 turistas argentinas en Ecuador, y además del hecho trágico que es la muerte violenta, se puso de manifiesto, una vez más, que una víctima mujer, además de ser víctima es siempre culpable y como ya sabemos, ser dos no les alcanzó para no “Estar solas”. Guadalupe Acosta hizo temblar nuestros corazones con: Ayer me mataron.
Imágen publicada por Adriana Herrera |
Describir la impotencia
ante estos y muchos hechos reivindica que la sonrisa dócil y el comentario
complaciente con el que fuimos educadas no nos llevará a alcanzar la igualdad
política, económica y social con respecto a nuestros compañeros de planeta.
Mi intención no es victimizarnos, pero sí quería hoy, sobre
todo hoy, recordar a las mujeres que un día hubo una diosa que nos representó
en el Olimpo y nos caracterizó aguerridas y dadoras de vida, y que está solo en
nuestras manos, continuar el legado de tantas que han desafiado los paradigmas
de su tiempo, y han desafiado a su respectiva sociedad temporal en búsqueda de
la igualdad.
¿Y nosotras? ¿Qué
estamos haciendo? ¿Éxiste en nuestra cotidianidad la lucha reivindicativa? ¿Tenemos los oídos abiertos?
¡Feliz día!